LA EXQUISITES DE MADURAR

Dicen que a cierta edad las mujeres nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina, y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu de los años jóvenes.
Yo no sé …. si me habré vuelto invisible para el mundo, es muy probable …., pero nunca fui tan consciente de mi existencia como ahora; nunca me sentí tan  protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento de mi vida.
Descubrí que no soy una princesa de cuento de hadas; descubrí al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus grandezas.
Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta, de estar  llena de defectos, de tener debilidades, de equivocarme, de hacer cosas indebidas, de no responder a las expectativas de los demás. Y, a pesar de ello, quererme mucho y aún amar, de sentir, de vibrar.
Cuando me miro al espejo,  ya no busco a la que fui en el pasado... sonrío a la que soy HOY.... me alegro del camino andado, y asumo mis contradicciones.
Siento que debo saludar a la joven que fui, con cariño, pero dejarla a un lado; porque ahora me estorba. Su mundo de ilusiones y fantasía ya no
me interesa. Me interesa ser yo, aquí y ahora!
Goza de la flor que se abre cara al cielo.  Goza teniendo todo, sin poseerlo y sin retenerlo.
Que tus momentos sean de paz, todos los días sean grandiosos y nunca dejes de AMAR”

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